UN SANITARIO VIAJE POR EL ESTE
Slovenia es un bonito país, con bonitas carreteras, bonitas granjas, podía ser un bonito lugar donde acabar tus días. Al menos así lo pensé cuando parecía que había llegado a los últimos momentos de mí ser. Todos, creo que en algún momento hemos pensado en ello, en como y donde será tu final, pero cuando al parecer había llegado, me sorprendió, iba a ser en un bonito “parking” de un restaurante en las cercanías de Ljubljana. Estaba tirado sobre el depósito de la moto, medio inconsciente, mientras Ana correteaba por medio del restaurante pidiendo ayuda diciendo ¡Honey¡ ¡Honey¡ imitando a una abeja ¡Doctor¡ ¡Please¡. El personal del restaurante pensaba que estaba majara. No sabía como se decía abeja ,y ahora que pienso… yo tampoco.
Encerrado en mis atropellados pensamientos, que entonces marchaban por el marrón que le dejaba a mi mujer con una moto llena de equipaje y un cadáver que repatriar, escuché:
La ruta estaba hecha, nos llevaría por Francia, Italia, Croacia, Serbia, Rumania, Bulgaria, Grecia y Estambul como fin y regreso por Albania, Serbia, Croacia, Austria, Suiza, Francia.
Llegamos a Ferrals les Courbieres, a casa de nuestros buenos amigos, con los cuales hemos compartido viajes en moto, ahora un poco “retirados” je,je, y disfrutando de sus nietos.
Al día siguiente partimos para Italia, había que cruzar toda la Costa Azul, con un tráfico terrible y 42º C., así que cuando nos acercamos a un desvío de autopista dirección Lyon, cambiamos perceptiblemente nuestros planes, pasaríamos por Suiza y Austria que de seguro era más fresco.
Esa contractura muscular a nivel de omoplato no mejoraba con todas las pomadas y drogas que me estaba metiendo, prometía darme el viaje.
En Lyon dormimos en un fantástico Formule 1, como siempre en un polígono industrial, cerca de hipermercados, base de nuestra alimentación. Estaban hospedados varios polacos que marchaban con furgonetas con remolque cargados con coches accidentados sin matrícula, suponemos que para reparar y vender posteriormente.
En la mañana siguiente cruzamos a Suiza, tasa de 30€ parar rodar por sus carreteras por todo un año, rodeando el lago Leman por la orilla norte, Lausanne, Berna, Baden para terminar en el lago de Zurich, orilla sur. Difícil de encontrar un jodido hotel, ya que todos los del lago eran night clubs, con bellas señoritas pero con las camas por horas.
Por fin un Hotel, normal, el Sternen, 90 € que no salieron de la cartera sino del alma, igual hubiera sido mejor un local de alterne.
Bonito paseo vespertino, con cerveza junto al lago.
Por la mañana, la jefa del hotel, me hizo sacar la moto del garaje con mil maniobras, por no mover las toneladas de basura que tenía almacenada, la cual sacó cinco minutos después de salir a la calle, ante mis narices. La muy…
Pasamos por Liechtenstein con foto de rigor, aunque la misma de hace dos años, llenado de gasolina pues tiene su diferencia en precio, y atravesamos la frontera Austríaca, tasa 4€ para 10 días.
Cogimos ruta hacia Garmisch (Alemania), pero como no nos gustaba la autopista nos salimos por general y secundarias. Preciosas carreteras de montaña, curvas, bosque y muchísimas motos.
Después de comer, pasamos a Alemania, recorriendo mil y un pueblos para volver a ingresar en Austria por Kufstein, lugar donde habíamos quedado para cenar con unos amigos de Pamplona que pasaban allí sus vacaciones.
Pensión 50€ con desayuno. Los alojamientos mas recomendables por el Tyrol, casas familiares con excelentes habitaciones, abundantes desayuno, 25€ por persona. Los hay en todos los pueblos, buscar Zimmer Frei. (Habitación libre).
Pueblo muy agradable y grande para lo acostumbrado por el Tyrol.
Paseo, cerveza y cena tardía, eran las nueve y casi nos quedamos sin cenar.
Castillo con múltiples funciones, carpa móvil para representaciones diversas. Es que llueve mucho.
De camino al hotel, un ovni nos sorprendió en el jardín de una casa.
Partimos por la orilla norte del Danubio. Preciosa ruta con muy buenas vistas.
Parada en Mauthausen, precioso pueblo con triste historia
Camino de Viena.
A Viena, llegamos por la tarde, varias vueltas en espiral desde el centro para localizar un Hotel que encajara en nuestro presupuesto, que no encajaba ninguno, que tuviera parking, que no lo tenía y que estuviera céntrico, eso sí, era céntrico. El “All you need” 75€ con desayuno. El parking, público en unas catacumbas modernas bajo un centro comercial. Lío, la chica del hotel nos vende una tarjeta de parking 15€ por 24 horas (en el propio parking valía 25€) bien, vamos al lugar a unas manzanas del hotel, y el trasto escupía la tarjeta. Intentamos salir por la entrada y la persiana se había bajado. Salgo solo a la calle y no hay nadie. Veo dos células fotoeléctricas y en una postura irracional consigo que la persiana se abra, bajo y cuando voy a salir con la moto la persiana ha bajado de nuevo, con lo que estamos en lo mismo. Ana sale, sin posibilidad de regreso por las salidas peatonales, con las instrucciones para abrir la persiana. Un coche va a entrar, cuando el baja yo subo, y nos cruzamos en la cuesta, la señora no daba crédito a lo que veía.
En el hotel nos explican por tercera vez como funcionaba el parking, y ante nuestra sorpresa era como los demás, llegabas sacabas el ticket y el entregado era para salir. ¡ Coño ¡ pues dámelo mañana. Dos horas perdidas en la estupidez del parking.
Paseo por la city y cerveza entre charcos de lluvia, buscando un cibercafé.
Cena autogestionada.
Disponíamos de un día completo para ver piedras y mas piedras, jardines, tranvías y demás monumentos. Mereció la pena.
Reportes continuos con el Comandante, que ya se estaba preocupando con el lamentable estado de mi espalda. Ana era partidaria de regresar, pero “qué cojones” “si hay que ir se va”(Cuco) tiempo hay de volver, si se puede…
Guiris delante del parlamento.
Reportando al Comandante.
Curro, vuelve...
Hora de comer.
Cotilla de cartón.
154 años vendiendo guantes.
Centro, centro.
Moderno bien casado con antiguo. Catedral San Stephan.
Solidaridad con el Tibet.
El Danubio a su paso por Viena.
Jardines del Prater, con su famosa noria.
Antiguo mercado de frutas y especias cerca del hotel.
Otras especies en peligro de extinción.
Abandonamos Viena y Austria camino Budapest. Autopista con grandes atascos donde nos facilitaban el paso por entre los parados vehículos. No resulta fácil pasar con una vaca gorda teniendo mermadas las facultades físicas. Pasamos la virtual frontera húngara y obtuvimos la consiguiente tasa de vehículos, hora y media de cola en la estación de servicio, me cobraron 6,5€ precio de automóvil… A partir de este momento se acabó la navegación guiada para tomtos, y regresamos al clásico mapa de carreteras que cientos de veces usamos sin fallo de satélites.
Rápidamente llegamos a Budapest y cuando nos detenemos en una gasolinera para repostar observamos las cinchas al viento, indicativo de pérdida de equipaje. Había desaparecido toda nuestra intendencia, hervidor de agua (importante para las sopas), menaje completo, todas nuestras provisiones y las hurtadas en los desayunos pagados.
Habría que empezar de 0. Se da la circunstancia de que nosotros portábamos un hervidor de un litro y en Viena encontramos uno de medio litro, así que abandonamos el grande en el hotel y así, aligeramos el volumen del equipaje… Voyager, así se llamaba el hervidor… Voyager, ¡ vuelve ¡…
Y comenzó a llover.
Nos instalamos en el City Ring Hotel 80€ con desayuno, muy próximo al Parlamento. O sea, en Pest. 16€ de parking en un NH cercano.
Como era pronto decidimos dar un paseo “petetero” por las bellezas de Pest y Buda, al otro lado del Danubio. Fue un largo paseo ya que las distancias engañan y las orillas del rio son eternas.
Bandera de Hungría con agujero.
Parlamento.
Buda, other side river.
Tranvías… me gustan.
“Puente Cadena”, une Pest con Buda, ó Buda con Pest, según el sentido de marcha.
El Puente, muy animado, centro cultural y de comercios de artesanía popular.
Por la mañana, relativamente temprano, dejamos Budapest con dirección Rumanía. A medio camino, paramos en una estación para aprovisionarnos de estupendos mapas de Rumanía, Moldavia y Bulgaria de freytag & berndt 1:500.000 a un precio muy bueno, comparados con los que tenemos en librerías especializadas, donde te clavan en la pared. Los hemos usado en muchas ocasiones y son excelentes.
Consultando la nueva cartografía.
En la frontera con Rumanía coincidimos con un Italiano y una Estadounidense, que viajaban en una Moto Guzzi, que se comía los neumáticos cada 3000 km. Llevábamos la misma ruta así que nos internamos en la Rumanía profunda, juntos.
Atravesando mil y un pueblos, cada uno con su radar particular, te vas haciendo la idea de cómo es la circulación en Rumania, lenta. Un pueblo tiene unos tres kilómetros, a 50 ó 40 km/h., entre pueblos unos 4 ó 5 km. de 80 km/h. cuando mas, así que puedes estar todo el día conduciendo y hacer 400 km.
A estas medias, se puede tener muy buena autonomía.
Llegamos a Cluj Napoca, donde nos instalamos en un camping con pequeños y ahumados por el tabaco, bungalows. 20 €, mantas incluidas. Tiempo justo para ir a cenar con la pareja Italoyanqui. Disma, así se llama el italiano, nos dice que madrugará para cambiar su desgastado neumático por otro. También nos cuenta que es piloto de rescate en Sicilia y que conoció a su pareja, profesora de inglés en Sicilia, en Texas cuando estudiaba en el ejército del aire, aunque ella en realidad era de Alaska. Caminos de la vida…
Para las 7 y media, el italiano había puesto un neumático usado con medio uso pero cristalizado, así que pensaba que le haría el resto del viaje sin problemas, por 30€. Cosas de Guzzis. De mayor, quisiera tener una GS, ó una Stelvio, no lo tenía muy claro.
Partimos hacia Sighisoara, ciudad medieval de Transilvania donde todos los edificios son históricos y para su acceso motorizado debes abonar la cantidad de 5€ por vehículo. Aquí, como en toda Transilvania, estuvo, nació, creció, durmió ó empaló a alguien, el Conde Drácula.
Después de mucho buscar encontramos un hostal de juventud, por el módico precio de 30€ teníamos una habitación con baño y cinco camas para nosotros dos, en pleno centro, ya que es muy pequeño y turístico, las motos en la puerta.
En el hostal había hospedados unos franceses con múltiples 4x4, que se dedicaban ha hacer viajes aventura por muchos lugares de Europa y Africa. Los jefes muy enrollados, nos enseñaron las preparaciones de sus vehículos.
Torre del reloj.
Aquí vivió Vlad Dracul, ahora es un restaurante.
Escalera Cubierta, 1642. Cuesta subir sus 172 escalones.
Los cinco euros del acceso al centro urbano son destinados a su restauración, hay tomate.
No por eso deja de tener su encanto.
Por la mañana nos despedimos de la pareja ya que vamos a llevar rutas diferentes, nosotros nos vamos hacia el sur para luego subir al norte pasando por la carretera del barranco subiendo los montes Fagaras y ellos iban a Sibiu por general.
Al poco de dejar Sighisoara, la carretera amarilla del mapa deja de serlo para convertirse en una polvorienta y pedregosa pista, empiezo a estar verdaderamente jodido, la sola postura de conducción me provoca un punzante dolor tras el omoplato, bajando por el brazo derecho y durmiendo la mano, tanto que me era imposible frenar ó acelerar. Y encima, la pista. Un 4x4 de los franceses nos pasa dejando una nube de polvo. Ya los pillare…
Arggg… polvo.
Por fin se acaba la pista y accedemos a la carretera que sube la cordillera. Mil curvas, fresco, frío, 2000 m.
“La chispa de la vida” está en todos los lugares.
El trío de viajeros.
Una bajada espectacular, y eso que vivimos entre montañas.
Una vez abajo, cien kilómetros de curvas de una destrozada carretera, en tercera ó cuarta velocidad para que no pisara la rueda delantera y no soportar los miles de baches, allí pasamos al 4x4 sin que pudiera hacer nada por remediarlo.
Llegamos al atardecer a Campulung, donde encontramos nuestro alojamiento en un coqueto hotel, junto a una Iglesia y ésta resultó ser el parking para la moto.
Aquí llamé a un amigo médico, ginecólogo, pero médico al fin y al cabo, el cual me dejó mas confundido todavía, ya que me dejo sin saber que tomar ó dejar de tomar. Así que ración doble de una cosa y la mitad de otra.
Paseando por la ciudad vimos un festival de danzas internacional, incluso había un grupo de Valdepeñas.
Souvenirs de Transilvania.
Por la mañana cogemos rumbo norte dirección Moldavia, paisajes preciosos de montaña, más castillos de Drácula entre verdes bosques.
Atravesamos Brasov, en un terrible y caluroso tráfico, 40º perpetuos.
Dejando las montañas, grandes llanuras de cereal nos acompañaban por desiertas y estrechas carreteras.
Llegó un momento en que no podía continuar, a penas podía realizar 100 metros conduciendo antes de parar hasta que cedían los dolores. En ocasiones, cuando se me escurría el acelerador, Ana lo cogía desde atrás y aceleraba. Así los últimos 15 km antes de llegar a Vaslui nos costo una hora larga. Llegamos a Vaslui y lo atravesamos buscando un Hotel, que encontramos junto a una estación de servicio, en lo que luego descubriríamos era la zona más fea de la ciudad.
Como no había mucho que hacer, al menos eso pensábamos, observábamos como el sueño de muchos se cumplía en el lavadero de la estación, dos chicas lavándole el coche.
Al día siguiente, no había recuperado nada, me sentía incapaz de montar en la moto y seguir viaje. El recepcionista nos llevó amablemente a una clínica de fisioterapia, donde recibí una sesión de electroestimulación y un masaje con una pomada veterinaria que te levantaba en el aire. Después de esto me encontraba un poco mejor, pero la Sta. Irina nos indicó que el tratamiento era de diez días, aunque comprendía nuestra situación, al menos nos aconsejaba otra sesión al día siguiente y si encontraba de viaje alguien que continuara sería lo óptimo. Así que un día más en dique seco, paseando en lo que descubrimos era una ciudad agradable, con buena vida nocturna. Descanso, nada más.
Curiosamente no aceptaban en el Motel visa que no fuera Rumana, así que nos vimos obligados a pasar una hora en el banco, intentando convencer a la cuadriculada bancaria de que no teníamos domicilio fijo en Rumanía y que hiciera el maldito favor de cambiar euros por leis.
Después de la segunda sesión con Irina, nos regaló un tubo de la pomada veterinaria, que di buena cuenta el resto del viaje, nos despedimos y partimos para la frontera Moldava.
Mas campo agrícola con pequeños pueblos era lo que separaba Rumanía de su antigua provincia Moldavia, después parte de Ucrania y a su vez de la URSS y actualmente independiente.
El paso fronterizo, no supuso muchas molestias, aparte de pagar la tasa de desinfección del vehículo (gripe aviar en Rumanía), que debían ser unos minúsculos chorros de agua que hábilmente esquivé. Los de gorra de plato (herencia soviética) se centraron en la moto y su velocímetro, así que en poco tiempo rodábamos por una magnífica carretera a 80 km/h. ya que se nos avisó de este detalle con insistencia.
Recordábamos a Cuco cuando lo describía como un país organizado y limpio, al menos tenía razón en la red general de carreteras, pero en la secundaria era diferente.
Tapando los faros auxiliares (prohibidos).
Llegamos a Chisinau en un atasco tremendo, con los 40º de temperatura y los transeúntes que preguntábamos huyendo ó mirando para otro lado. Así tropezamos con el Hotel Chisinau.
Siempre se podía volver a casa (literal) en autobús. Por 120 €.
La seca recepcionista del hotel, nos advirtió que teníamos el tiempo justo para dejar el equipaje e ir corriendo a cambiar el suficiente dinero, antes de que cerrara la oficina de cambio, para pagar la habitación. 51 € sin desayuno.
Las escaleras del hotel eran de Sisi emperatriz, pero allí se acaba el lujo, en cada descansillo había una mesa con una mujer enorme vestida con una bata blanca. En el nuestro, la camarada de cara inescrutable, nos exigió la llave y nos acompañó a la mas cutre habitación de todo el viaje, y parte de los anteriores. Eso sí, tenía TV. con mando a distancia. Teléfono directo con Moscú y contraventanas que no se habían abierto desde que Stalin era cabo. El baño era traído de Saw III con un misterioso tablón que tapaba la pared, tras el inodoro. Los jaboncillos eran como los “lagarto” las toallas, dos servilletas de cuadros y dos alfombras hacían la vez de colchas.
“Instalados”, fuimos a cambiar el dinero suficiente para pasar el poco tiempo que pensábamos quedarnos en la ciudad. Pagamos la habitación y aparcamos la moto en el “parking” privado del hotel, separado de la plebe por un encadenado de 20 cm. de altura.
El “guardián del parking” exigía sus 15 leis moldavos por anticipado, pero acordó de mala gana esperar a la mañana siguiente, puntualmente a las 07:30.
El paseo por la ciudad fue agradable, cena y cerveza en una de las múltiples terrazas ajardinadas. La vuelta ya fue otro cantar, ya que a ciertas horas la ciudad queda desierta y los ruinosos pasos subterráneos adquieren un aspecto siniestro con su escasa luz.
Por la mañana, la camarada pasó inspección a la habitación, contando las toallas por si nos llevábamos alguna y dándonos su bendición nos dejo bajar a recepción. Allí esperaba el sacamantecas que cuando vio los 15 leis, intentó convencerme infructuosamente de que me había dicho 50. Cosas del inglés, fifteen, fifty… que más dará. Me siguió hasta la moto y no dejaba de darme la barrila, hasta que le expuse solucionarlo en recepción. Entonces se acabó la historia.
Con la moto cargada, preguntamos por donde se iba hacia la frontera sur con Ucrania y “amablemente” el guardian del parking nos mandó a la carretera de Transnistria, el muy hp.
Todo se solucionó cuando el aeropuerto que debía quedar a nuestra izquierda quedaba a nuestra derecha. Tomamos un desvío por carreteras secundarias y conocimos la Moldavia profunda.
AnenII noI punto de inflexión en la ruta. Izda-Transnistria, Dcha-Sur.
Las carreteras… diversión no faltaba.
Iglesia ortodoxa.
Monumento a los caídos en la II guerra mundial.
Por infames carreteras y divertidas a su vez, llegamos a Cahul donde repusimos fuerzas con una gran cerveza, aprovechamos para aprovisionarnos de tabaco a un euro y nos dirigimos a la frontera de Oancea. Bajo un sol hiriente nos pasamos una hora esperando que los gorra de plato dejaran de entretenerse con los maleteros de los moldavos y sin problemas pasamos a Rumanía. Atravesamos un enorme puesto rumano sin terminar de construir para detenernos en el antiguo, unos cientos de metros más allá. Estaba desierto, pasaba el tiempo y no salía nadie, justo cuando arrancamos el motor para partir apareció un airado rumano pidiendo pasaportes. Nos hizo quitar el casco para verificar nuestras identidades y nos dejo marchar.
Para entonces ya íbamos sin cazadoras ni guantes, me encontraba fatal y sin parar aparecimos en los tres kilómetros de larga calle empedrada de Galati. Tan difícil era la conducción que parte lo hicimos por la acera.
Tres simpáticas rumanas, je, je.
Nos instalamos en el Galati hotel, nuevo y moderno 59€, la moto en el parking abierto.
Atardecer en Galati.
Al despertar, tiro casi definitivamente la toalla y llamo a Mapfre en España, le cuento que me encuentro incapaz de continuar viaje y a ver que se les ocurre. Me ponen en contacto con su delegado en Bucarest, el cual me informa que necesitan un diagnóstico médico para tomar decisiones, pero al ser domingo solamente hay abierto el Hospital General. Le digo que sin problemas al respecto y nos mandan un coche con traductor.
En el hospital (ni mejor ni peor que los de aquí), me atienden, me hacen un electro (descartar que el dolor que baja por el brazo sea cardíaco), unas placas pulmonares, tensión, etc… Diagnostico, cervicobraquialgia, afectación de brazo y totalidad de la mano. Lo que luego en casa fue C-5 /C-6 C-6/C-7 y C-7/D-1. Un tratamiento que resultó ser mas light que el que estaba llevando y ya está. Así que consultando internet cual era la ruta más rápida para casa resultó de 3300 km. Así que a disfrutar del día y mañana para casa…
Tengo que decir que el Club Africa Twin siempre estuvo dispuesto para una acción de rescate, por lo que siempre les estaré agradecido.
Por la mañana el parque móvil de BMW había crecido. Tres suizos que se dirigían a Moldavia dirección Ucrania. ¿pasarían por Transnistria?.
En el hotel se hallaban hospedados una tripulación holandesa que habían venido a recoger un barco nuevo para llevarlo a Rotherdam, se ofrecieron para meter la moto en el barco y llevarla a Holanda. Lo estuve pensando seriamente y al final agradecí la oferta. La verdad es que era buena solución… pero era hora de volver, por nuestros medios.
Nos costó el día entero atravesar Rumanía de norte a suroeste, sobretodo el anillo de Bucarest, apenas una calzada de cinco metros con un tráfico atroz, el asfalto con huellas de 15 centímetros por el tráfico pesado. Al final llegamos a Craiova.
Pueblo gitano, escandalosamente suntuoso.
Casa David (Craiova), 64€ pero un lujo de hotel, excelente.
Craiova sorprende, hace que el resto de Rumanía, parezca caótica, que no lo es. Resulta una ciudad muy agradable, limpia, ordenada, muy europea. Bonito casco antiguo con zonas peatonales, fuentes y parques. Y mucha policía.
Ayuntamiento.
Lo de los perros, no lo llevaba muy bien. En las carreteras rumanas mueren a cientos, estos se quedan donde les llega su hora y cuando miles de vehículos pasan por encima, acaban convertidos en un acartonado filamento parte de la calzada. En algunos lugares el hedor a muerte se siente al pasar. Algunos de ellos, recién atropellados nunca podre apartar su fija e inanimada mirada de mi mente.
Candidato.
Al fin, dejamos Rumanía y pasamos de nuevo el Danubio hacia Bulgaria.
Tranquilas aguas.
Bulgaria se atraviesa rápido, sobre todo porque no son mas de 30 km. je.je. Así que volvemos a fronteras no europeas. Serbia. Unos amables camioneros nos dejan pasar los primeros y cuando terminan de comer los aduaneros atravesamos la a línea.
Abuela Serbia y cementerio.
Preguntar por la dirección a Belgrado, resulta inútil, todos nos mandan por un lugar por el cual no queremos ir y eso nos hace dar bucles por unas carreteras de dos metros, así pasamos parte de la tarde, para acabar en el punto de salida. Al fin, sin saber por qué no podíamos ir por la carretera que señalaba yo en el mapa, lo hacemos por donde quieren y acabamos en la autopista. Llevamos la velocidad del tráfico y en ocasiones vamos a 200 km/h. ¿no hay radares?.
Pasando Belgrado.
Salimos de la autopista y nos hospedamos en un hotelito pequeño.
Carta de pivas, Cervezas.
Esto, sí.
De nuevo en la carretera, sol brillando, hay que pasar Zagreb para internarnos en Slovenia.
Por autopista, todo pasa deprisa y sin ver, pero esa rapidez es lo que interesa así que en un plis, plas estamos en Slovenia, verde, bonito, tranquilo, agradable… Una avispa tamaño nuclear se introduce en mi manga derecha y me obsequia con una picadura. Paro y me quito la cazadora, allí estaba, y allí se quedó aplastada por la inquebrantable bota de Ana. Proseguimos la marcha y a los 10 minutos dos lacerantes pinchazos a la altura de la yugular me hacen detenerme en un área de servicio. Al quitar el casco salen varias abejas revoloteando. A los pocos segundos empiezo a notar algo extraño… los labios entumecidos. Seguimos ruta y comienzan unos picores por los pies y las orejas. Salimos de la autopista y encontramos un enjambre de carreteras con granjas que no nos llevan a ningún lugar poblado… Llegamos a un cruce que apenas puedo ver… Ana me dice que cruce enfrente que hay un restaurante… ¿Dónde? Allí… ¿Dónde?... enfrente.
Hecho la pata y me desplomo en el manillar, comienzo a no poder respirar. Todo es difícil y sencillo a la vez. Todo parece que no llega y lo hace… me apago… me llevan dentro, viene la ambulancia, me inyectan algo… como un viejo motor que perdía revoluciones, a punto de pararse, vuelve a girar.
Bueno, parece que sobreviví, que no es poco. No era alérgico a los himenópteros, pero luego se demostró que ahora, sí.
El chute de no se qué hizo que no solo sobrepasara la crisis sino que mejorara de las cervicales, así que ya que estábamos parados en aquel restaurante-hotel, pasáramos la tarde paseando por la campiña slovena.
Dovruska vas, no se me olvidara.
Bonito día el siguiente, pasaríamos unas horas en Ljubljana y subiríamos al norte para internarnos de nuevo en Austria, por el Loihl pass.
La capital de Slovenia, simplemente preciosa.
Dejamos Slovenia, enseñando y pegando obligatoriamente la viñeta que adquirimos al entrar, 17€ desde el primero de Julio. Y tres euros mas por el paso del túnel que accede a Austria.
Y Austria como siempre una maravilla para las motos. Paisaje, montañas, curvas…
Cayendo la tarde, nos hospedamos en Sillian, en el hotel Gastehaus, 50€ un apartamento completo, a unos cinco kilómetros de la frontera italiana. Paseo por el pueblo en el cerrado valle, con su puente (camino de Santiago) de madera con unos cuantos siglos en sus tablas.
El paseo de 60 km de Italia para entrar de nuevo en Austria por el paso del Brennero, horribles, mucho tráfico con un lento caminar, muchos límites de velocidad absurdos.
De nuevo en Austria, información para motoristas, con sus carreteras peligrosas y accidentes anuales, con victimas… no sé, está bien, creo…
Entretenimiento para viajeros con ganas.
Recorremos de nuevo el Tyrol, pasando por Innsbruck y por autopista nos dirigimos hacia St. Anton, unos kilómetros antes nos desviamos para tomar la carretera que sube al paso de Silvretta (10€, inevitables), donde disfrutamos de sus 2032 m. de
altura y su paisaje alpino.
La vista de los picos con 3000 m. y sus glaciares es impresionante, tanto como la bajada hasta el angosto valle.
Aunque el video no es nuestro me tomo la licencia, ya que parece ilustrativo:
http://www.youtube.com/watch?v=GQK3D-7K6fk
Alcanzamos una población cercana a la frontera con Liechtenstein y nos instalamos en un hotel con descuentos para motoristas. El tiempo empeora entrando un temporal de frio y lluvia.
La mañana sale lluviosa, repostamos en Liechtenstein y atravesamos Suiza entera 400km. sin poner un pie en el suelo, debido al temporal de viento y lluvia sin cesar, en Francia mejoró el tiempo y llegamos a Lyon donde nos hospedamos en un Premier Class, como el Formule 1 pero con baño capsula en el interior de las habitaciones.
De camino a Ferralls les Courbieres, alguna cosa curiosa en la autopista, como esta deportiva sin equipaje.
En casa de Guy y Maria José somos bienvenidos como siempre y nos encontramos como en nuestra casa. Paseos con el perro, hacer mermelada de higos, sacrificarme dando una vuelta en su varadero… je.je.
El abuelo de la derecha no daba un duro por el de la izquierda, desde el inicio del viaje. Se equivocó, no conoce bien a un africano.
500 km. más y se acabó, en casa y al médico.
8050 km. 450 litros de gasolina. 5.65 litros/100km. 350km. media diarios.
… ¿y si pasa algo?… cuando llegue al puente ya veremos como cruzarlo.